Era el quinto día de las brutales agresiones israelíes por aire, tierra y mar en la orgullosa Franja de Gaza. Las fuerzas israelíes atacaron con tanques, buques de guerra y aeronaves militares. A las 11 de la noche de un miércoles, el día 31 de diciembre del año 2008, el cuarto día de Muharram del año 1430 AH; Na’eema dijo: Al Haja Zakia, la hija de Muhammad Hassan Abu Ereda, que tiene ahora unos 70 años y vive en Rafah / Al-Shabura, dijo que ha recibido junto con su gran familia un regalo especial para la despedida del presente año.
El regalo era un cohete experimental, de un modelo del que no se había oído hablar antes, lanzado por las Fuerzas Militares de Defensa israelíes en un parque cercano, por lo que los incontables fragmentos afilados volaron para cubrir cada rincón de su casa. Sus hijos tienen ahora heridas incurables, y la mayoría de las piedras de la casa cayeron sobre sus nietos, e Iman, la joven esposa de su hijo mayor estaba muerto.
Lo que pasó, queridos sabios y felices oyentesl, es que Iman, de treinta y cuatro años, la tolerante y dinámica, de acuerdo con su suegra Zakia, que también la describió como “miel” en sus cualidades humanas; terminó su visita a la casa de su hermana, después de haber pasado una hermosa noche con su familia. Se habían reído mucho, ella dijo y reiteró el famoso dicho: Oh Dios, que sea buena.
Nada satisfaría la preocupación de una madre más que volver a casa y ver a sus hijos. Ella estaba a punto de encontrarse con sus siete hijos, ponerlos en la cama, y contarles sus historias antes de dormir, y cantar sus canciones favoritas; cuando un fragmento de cohete le golpeó la cabeza e inmediatamente se convirtió en una más de los miles de víctimas.
Niveen, la cuñada de Iman, me habló de lo mucho que quería a Iman como a una hermana. Ella dijo con lágrimas incansables: Tenía un sentido del humor, una cara agradable, era tolerante, y amado por jóvenes y ancianos. Su serenidad estaba tan lejos de conflictos como el cielo lo está del mar; lo que hizo su despedida dolorosa, que Dios conceda paciencia para aquellos que la aman. Es una despedida dolorosa para quien la había conocido, y desgarradora para quien había vivido con ella.
Ella habló de sus hijos, la visión desnuda de sus ojos, que aún esperan su regreso, para abrazarle y besarle, sin poder creer lo que se dijo sobre ella: “Majd” y “Basel”, que sueñan con la madurez de sus diecisiete y dieciséis años de edad, volando sobre las nubes, y buscando los consejos de sus madres para cruzar a orillas seguras. “Heba”, “Haneen”, y “Watan” tienen diez, ocho y seis años de edad, a la espera de abrir el corazón a su madre, la persona que tiene la llave, y el almacén de secretos y sueños. Su hijo “Mohamed” que está a punto de cumplir tres en un par de días, y que insiste en oír el pulso de su madre para conciliar el sueño.
Ella habló sobre su hija mayor “Randa”, a punto de cumplir catorce años. Dijo que trató de advertir a su madre de la destrucción augurada después de escuchar el zumbido del avión asesino. La madre que se preocupa profundamente por sus hijos, sin embargo, no se preocupó por el peligro, aunque viniese delante de sus ojos o desde atrás. Fue movida por su instinto maternal y delante de ellos, en sus habitaciones, murió.
La niña sufrió ataques de ansiedad que la llevaron al hospital tres veces. Después de perder a su madre, Randa perdió su infancia, y se convirtió en responsable de la comodidad de todos en casa tras la salida de la reina de la casa.
La otra “Randa”, hermana de Iman y cuñada que vivía con ella en la misma casa vio los malditos aviones “F-16” que lanzaron catorce toneladas de bombas dementes en el parque cercano a su casa. Ella dijo que no podía creer lo que había visto con sus propios ojos cuando el cielo desapareció tras los fragmentos de cohetes antes de ser aplastado en el suelo llevándose el viento de los sueños.
Ella dijo que había oído que los mismos aviones, con la ayuda de los aviones Apache y de investigación, el día anterior, habían realizado más de cuarenta ataques aéreos, trece de ellos en el norte de Gaza, quince en la ciudad de Gaza, tres en la provincia central, dos en la provincia de Khan Younes, y siete en la provincia de Rafah. Luego agregó: oir no es como escuchar, y la sangre que fluye de las manos es como una inundación, en nada se parece a lo que aparece en las imágenes, sin importar lo dolorosos que sean los detalles.
Su hija “Randa” sin embargo, señoras y caballeros, no podía hablar conmigo, o satisfacer mi sed. Sus ojos llorosos respondieron, sus manos temblorosas, su voz enjaulado en su garganta, y su potencial pasión en el pecho …. Y, y, y ..
Amaneció y Sherezade continuará su historia otra noche.