Ayer, me desperté temprano para asistir a la celebración en la escuela de mi hermana pequeña. Tiene 9 años, y este semestre llevó matrícula de honor (A +), es muy inteligente, llena de energía, le gustan las matemáticas y me supera. Soy testigo de su crecimiento desde el momento en que mi madre me dijo que estaba embarazada. Me alegraba verla jugando a las muñecas, aplaudiendo, sonriendo, y bailando, una imagen llena de vida.

Por la tarde, cuando abro mi Facebook, me impactó ver las fotos de la pequeña Marah, murió después de un largo viaje con su enfermedad (diálisis). Marah tenía 9 años, sus fotos me llenan el alma.

La único que me vino a la mente es cómo sería su vida si hubiera consiguido un buen tratamiento, ¿se hubiera juntado con mi hermana y celebrarían sus buenas notas? ¿O estaría jugando, bailando, cantando? ¿Correría hacia su padre y besaría a su madre? Cuántas veces habrá disfrutado de su infancia antes de experimentar una vida de miseria.

Marah no es la primera niña palestina que muere esperando a que abran las fronteras, decenas de niñxs todavía esperan su destino mientras no pueden viajar para recibir un tratamiento adecuado fuera de Gaza o en los territorios ocupados.

El injusto bloqueo nos está robando a nuestros hijos queridos, amigos y a nuestras familias. No puedo seguir confiando, despierto con miedo, duermo con miedo y muchas preguntas que me carcomen, ¿quién será el siguiente? ¿será mi hermana pequeña? ¿o el hijo de mi vecino? ¿Tú, o yo? ¿Quién sabe?

Qué horribe es esta vida cuando roba el/un espíritu puro de un niño inocente. Qué doloroso sería ver a tu pequeño hijo nacer en un lugar de miserias, y morir en el mismo lugar de miseria, llevando en su alma su propia miseria.

Marah, descansa en paz.

Salsabeel Zeineddin, Gaza